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Libro: Vampiros




Antes de ingresar en la mitología popular gracias a Drácula de Bram Stoker, la figura del vampiro había cautivado ya a los más grandes escritores. La presente antología recoge una muestra de las recreaciones más brillantes que hicieron del vampiro autores como Byron, Polidori, Gógol, Maupassant, Edgar Allan Poe o Conan Doyle, originales aproximaciones a un mito en el que se cifran los misterios del sexo, la muerte, la trascendencia y el deseo de inmortalidad. Las bellas e hipnóticas ilustraciones de Meritxell Ribas invitan a esta relectura de la historia del vampiro bajo una luz nueva.

Libro: Los Mitos de Cthulhu




Anticipada por notables precedentes y enriquecida posteriormente por otros escritores, corresponde sin embargo a Howard Phillips Lovecraft el papel más importante en la invención de Los Mitos de Cthulhu, ciclo de narraciones de horror cósmico ambientadas en muchos primigenios de caos y espanto. El presente volumen ofrece una completa panorámica del desarrollo de los mitos y reúne las piezas fundamentales en la configuración de ese singular e inquietante universo que remueve en el interior del lector profundos terrores atávicos.

Libro: El Retrato de Dorian Gray



Basil Hallward es un artista que queda enormemente impresionado por la belleza estética de un joven llamado Dorian Gray y comienza a encapricharse con él, creyendo que esta belleza es la responsable de la nueva forma de su arte. Basil pinta un retrato del joven. Charlando en el jardín de Basil, Dorian conoce a Lord Henry Wotton, un amigo de Basil, y empieza a cautivarse por la visión del mundo de Lord Henry. Exponiendo un nuevo tipo de hedonismo, Lord Henry indica que «lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos». Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando le pintó en el cuadro Basil. El deseo de Dorian se cumple, mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de libertinaje y perversión; pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de cada uno de los actos cometidos sobre su alma, con cada pecado la figura se va desfigurando y envejeciendo.


Libro: Doctor Sueño



Llega la esperada continuación de «El Resplandor». Danny Torrance, aquel niño que recorría en triciclo las siniestras habitaciones del Hotel Overlook, es ahora un adulto con muchos problemas. Ha aprendido a controlar en parte sus visiones y trabaja en un asilo de ancianos donde los ayuda a morir en paz cuando llega el momento. Por eso le llaman Doctor Sueño. Pero su don le pone en contacto con otros que comparten «el resplandor» y para salvar a una niña, tendrá que luchar contra los seres malignos más repugnantes.


Libro: El Resplandor



REDRUM. Esa es la palabra que Danny había visto en el espejo. Y aunque no sabía leer, entendió que era un mensaje de horror. Danny tenía cinco años. Y a esa edad pocos niños saben que los espejos invierten las imágenes y menos aún saben diferenciar entre realidad y fantasía. Pero Danny tenía pruebas de que sus fantasías relacionadas con el resplandor del espejo acabarían cumpliéndose: REDRUM& MURDER, asesinato. Pero su padre necesitaba aquel trabajo en el hotel. Danny sabía que su madre pensaba en el divorcio y que su padre se obsesionaba con algo muy malo, tan malo como la muerte y el suicidio. Sí, su padre necesitaba aceptar la propuesta de cuidar de aquel hotel de lujo de más de cien habitaciones, aislado por la nieve durante seis meses. Hasta el deshielo iban a estar solos. ¿Solos?...

Libro: Cuentos Completos



Recopilación de los 67 relatos publicados a lo largo de su vida por Edgar Allan Poe (1809-1849), quien señaló que «al escribir estos cuentos uno por uno, a largos intervalos, mantuve, sin embargo, la unidad de un libro». En un primer grupo de cuentos se reúnen las narraciones dominadas por el terror, la presencia de lo sobrenatural, la preocupación metafísica y el gusto por el análisis, mientras que en un segundo grupo se recogen las exploraciones sobre el pasado y el futuro, los bellos relatos contemplativos que encierran la filosofía de Poe sobre el paisaje, la serie de estampas grotescas y los cuentos de carácter satírico.


Libro: Antología universal del relato fantástico



Esta antología recoge cronológicamente cincuenta y cinco de los mejores relatos fantásticos de los siglos XIX y XX en tres continentes -Europa, América y Asia-, vertidos de sus idiomas originales por una excelente nómina de traductores.
La totalidad de estos cuentos demuestra sobradamente que la literatura fantástica es mucho más que un mero género literario. Su vasto abanico de temas, complejidad narrativa y continuidad en el tiempo, y el hecho de que tal vez los mejores relatos de los dos últimos siglos ya transcurridos sean fantásticos –pensemos en Poe, Maupassant o Henry James en el XIX, y en Borges o Kafka en el XX–, es ya una prueba cabal de que constituyen una categoría literaria universal de primer orden e inagotable potencia. (Esta edición, al igual que la Narrativa completa de H. P. Lovecraft que hice en su momento [originariamente de la ed. Valdemar], está creada a partir de la recopilación de relatos sueltos de distinta procedencia y no se corresponde con exactitud a la elaborada por la editorial Atalanta. Es una simple traslación basada en dicha obra)


Leyenda: El columpio del Diablo






En la frontera de Hidalgo con Querétaro se encuentra el municipio de Tecozautla, conocido por sus buenas cosechas de nopal, guayaba y aguacate. Con una tranquila vida rural poco llega a saberse de este Ayuntamiento a menos que sucesos extraordinarios como en que relata esta leyenda sucedan.
Cuenta la gente del lugar que a nadie le gusta salir por las noches, ya que de camino a Zimapán es inevitable encontrarse con dos peñas entre las que hay un pequeño llano, un lugar marcado por los seres malignos. Pues en punto de la media noche, se escuchan los funestos quejidos de un hombre que pareciera estar agonizando.

Se dice que esta historia fue verificada, por un par de compadres que un día transitaban por aquel lugar. Esa noche escucharon algo, movidos por la curiosidad, los compadres se dirigieron al lugar de donde venían los gritos pero conforme pasaban los segundos su sentir se volvió en terror pues lo que oían eran quejidos de alguien que sufría un dolor insoportable.
Al llegar hasta el llano se encontraron con una escena sorprendente y aterradora, un hombre se columpiaba en una cuerda que estaba sostenida de la punta de las dos peñas, su rostro era tan pálido como si la poca piel que tenía en él se hubiese fundido con el hueso y no dejaba de gritar. Provocó en las personas un terrible miedo que los heló hasta los huesos y erizó sus cabellos.

Paralizados no daban crédito a lo que sucedía, de pronto  una luz rojiza e intensa rodeo al hombre que se mantenía columpiándose, prendiéndolo en llamas entre las cuales se distinguía un ser que abrazaba al desdichado, hasta que se volvió cenizas.

Leyenda El Columpio del Diablo
Mudos ante el hecho, con los dientes apretados, y los cabellos de punta salieron despavoridos de aquel lugar, pero cuando lo hicieron fueron sorprendidos por la muerte por haber presenciado un encuentro con el Diablo al que no los habían invitado.


Dicen que aquel hombre que se mecía en el llano era un hacendado de la región que un día vendió su alma al Diablo por riquezas y que esa noche el mismo Diablo vino por su alma que durante mucho tiempo anduvo en pena en el mundo de los vivos. Desde aquel día los lugareños llaman al lugar «El columpio del Diablo».

Leyenda: La niña en la escalera




Hace algunos años, en una linda casa en medio del campo vivía una familia de tres hijos y su madre, la cual se unió al poco tiempo con un hombre, convirtiéndolo en padrastro de los pequeños, pero; este tipo era muy violento, maltrataba a los niños sin razón, les quitaba sus alimentos, les negaba el agua, hasta los golpeaba solo por gusto.

Aunque trataba muy mal a los tres niños, parecía tener un odio mayor por la hija de 10 años, a quien golpeaba de forma más salvaje, llegó un día hasta el punto de arrojarla por las escaleras… y la pequeña murió al momento.
Para no enfrentar el castigo por lo ocurrido, el resto de la familia huyó a alguna ciudad que se desconoce.
La casa pasó a manos de otra familia, que duró poco tiempo en ella, pues escuchaban a menudo la voz de la pequeña pidiendo ayuda.

Las siguientes personas que habitaron esa casa, se quedaron el tiempo suficiente para escucharla llorar y gritar en medio de la noche, hablando cuando la gente estaba de espaldas y al voltear no veían nada… también golpeaba en ocasiones la puerta para pedir un poco de agua, pero; lo más inquietante de su presencia, era cuando se paraba en la escalera… pues no se sabe si estaba cuidando a los demás para que no cayeran, o a propósito aparecía para tirarlos como lo hicieron con ella y corrieran su misma suerte.
Siguen sin conocerse sus intenciones, pues hasta el momento el hecho de verla, para muchas familias ha sido suficiente… y la casa ahora permanece abandonada porque esa niña estará ahí por siempre.

Leyenda: Queen Mary




Actualmente anclado en el puerto de Long Beach, California, el «Queen Mary» sirve como museo marítimo y hotel de lujo. Entre sus pasillos caminan 60 años de historia, historia teñida de horror pues, dicen, merodean numerosos espíritus que muchos han podido ver, oír e incluso sentir. Son tantas las apariciones que los testigos aseguran haber presenciado, que el «Queen Mary» es considerado uno de los lugares más encantados de todo el mundo.
El Queen Mary fue construido en 1936 como un crucero revolucionario para la Cuanrd Line. Durante la Segunda Guerra Mundial se puso al servicio de la Armada Británica, para luego retornar su actividad como crucero y retirarse finalmente en 1967. Y hoy es uno de los destinos encantados más populares incluyendo en su historia 55 espectros documentados.

En cierta ocasión que un guía turístico avanzaba por el pasillo tuvo la típica sensación de ser observado por alguien. Al girarse pudo ver como una figura se desvanecía delante de sus propios ojos. Inmediatamente, notificó lo sucedido. La descripción que realizó coincidía con los rasgos de John Pedder, un empleado de 18 años, quien El 10 de Julio de 1.966 realizando  trabajos de mantenimiento en las puertas herméticas de la sala de máquinas, fue aplastado por la puerta nº 13, muriendo en el acto. Tiempo después, se amontonaron los testimonios de tripulantes y viajeros, que dicen haber visto a un hombre joven con barba, vestido de azul, caminando por el pasillo de la sala de máquinas y desapareciendo en la puerta nº 13.

En uno de los numerosos viajes que el Queen Mary ha realizado por el Atlántico. Una mujer dio a luz. El bebé, que los padres decidieron llamar Leigh Travers Smith. Fue llevado a la guardería de tercera clase. Pero a las pocas horas de su nacimiento murió. Existen testimonios que aseguran haber escuchado, durante la noche, el llanto de un bebé procedente de la guardería.
El salón de la Reina en primera clase, está lleno de opulencia y el glamur, acompañado con experiencias extrañas que han vivido muchos. En una de las tantas visitas guiadas, una niña afirmó insistentemente que veía a una mujer. Señalaba con el dedo diciendo: «está ahí». Hay informes que recogen testimonios de tripulantes y viajeros, que aseguran haber visto en este salón, a una mujer joven, muy hermosa y vestida de traje de noche blanco, reluciente. Hay quien afirma, que la ha visto bailar elegantemente entre las sombras del salón.

En las habitaciones más lujosas de primera clase: el  sonido del correr del agua de los grifos, el teléfono sonando a altas horas de la noche, sin que nadie haya realizado la llamada; pasajeros que se quejan que la habitación de al lado hacen mucho ruido y no le dejan descansar, sin embargo, se comprobó que la habitación de al lado no estaba ocupada.

En una reciente visita turística guiada. Uno de los turistas, sacó una foto a un espejo de una suite. Al revelarla, comprobó con extrañeza, que en el espejo se reflejaba un hombre extraño. El guía encargado de atender a esta visita, negó rotundamente, que el hombre del espejo fuera parte del grupo de turistas. En un examen minucioso de la fotografía, se compró que tanto el peinado del extraño hombre y sus ropas pertenecían a varias décadas pasadas, concretamente a los años 30.

Las piscinas de primera clase son de acceso restringido, solo se permite las visitas guiadas. En estas piscinas, es donde más hechos extraños han ocurrido. Aparecen y desaparecen sin explicación racional, señoras con trajes de baños de época caminando por el borde de la piscina; se escucha el chapotear del agua, cuando no hay nadie en ella; a veces, se han visto avanzar estelas, como si alguien nadara. En otras ocasiones, se vio como avanzaba las huellas mojadas de un pie invisible. En la piscina de primera clase, se produjeron dos hechos luctuosos. Dos mujeres se ahogaron, una en la década de los 30 y la otra en la de los 60.

El camarote B340 es la menos alquilada, ha tenido muy pocos huéspedes. Pues quienes han pasado algún tiempo ahí, han podido presenciar fenómenos anómalos que tienen que ver con el asesinato de una mujer en esa misma habitación tiempo atrás.


De ahí que este mas que un barco sea ahora una leyenda. Por los incontables hechos sucedidos en su interior todos estos años.

Leyenda: La Monja de la catedral



Beatriz era una hermosa chiquilla de piel blanca, ligeramente tostada por el sol de la sierra, cabello rubio y largo, ojos azules, boca pequeña con labios finos y rojos, robusta y de estatura alta, bien proporcionada. Como era la única hija de la familia y los padres de alguna manera tenían recursos, pensaron en darle una buena educación. Movidos por ese imperativo, la familia se trasladó a la ciudad de Durango, estableciéndose en una casa de la calle de la pendiente que estaba muy cerca del templo de la Catedral donde había de inmortalizarse para siempre Beatriz, en la leyenda de la Monja de Luna de la Catedral de Durango.

Era la década de los años cincuenta del siglo XIX cuando la chica determinó ingresar a un convento de religiosas, sus padres que la amaban tanto aprobaron de inmediato la idea considerando que preferirían verla casada con Cristo que con un mortal cualquiera, así que Beatriz se fue al convento. Su padre, además de pagar una fuerte cantidad de dinero por la dote correspondiente, donó su fortuna al monasterio a donde había ingresado su hija.

Al sentir el clero sus intereses afectados por las leyes de Reforma de aquel entonces, cerró algunos conventos o instituciones de carácter religioso, entre ellos el convento en donde se encontraba Beatriz. La monja regresó a su casa encontrándose con la desagradable sorpresa de que su madre había muerto y su padre se encontraba muy enfermo.
El viejo murió y Beatriz tuvo que hipotecar la casa para enterrarlo poniendo en riesgo su único patrimonio donde podría vivir mientras se abría el convento, quedando envuelta en terrible soledad, protegida por su fe y sostenida con la esperanza de volver pronto a su vida monacal.

Mientras la vida de esta mujer se deslizaba en perezosa rutina, las tropas francesas del imperio, comandadas por el general L’Heriller entran en Durango sin resistencia, siendo objeto de caluroso recibimiento por la burguesía y el clero. Se recibió a los franceses con la lluvia de flores, los intelectuales les compusieron versos, el comercio les ofrecía banquetes, el clero misas y Te-Deum; y la sociedad aristócrata les brindó su casa a los jefes y oficiales imperialistas extranjeros, quienes en su mayoría eran jóvenes apuestos y sobre todo, con monedas de oro en los bolsillos, sustraídas de la antigua hacienda mexicana. Estos cortejaban a las damas duranguenses; ellas en correspondencia se dejaban querer.

Así sucedió que una noche oscura y lluviosa del mes de agosto de 1866, se encontraban en la calle un joven mexicano que trataba de entrevistarse con su novia y un joven oficial francés de nombre Fernando que intentaba cortejar a la misma dama. No hubo diálogo entre ellos; el duranguense, puñal en mano se lanzó contra el intruso, le asestó dos o tres puñaladas. Fernando al sentirse herido huyó. El mexicano en su afán de aniquilarlo trató de darle alcance, tropezó y cayó al piso, el escurridizo militar dió vuelta a la esquina y avanzó en su huida. Conciente el extranjero de que si lo alcanzaba su rival no lo dejaba vivo, tocó en la primera puerta que se encontró… era la casa de Beatriz.


La muchacha al oír los toques fuertes y desesperados intuyó que su auxilio era de vida o muerte. Abrió la puerta, el francés mal herido entro y callo sangrante y desmayado en el suelo del zaguán. La monja cerró y violentamente puso el aldabón y se quedó perpleja; no pensó ni hablo nada, durante unos minutos se quedó parada, contemplando al moribundo sin hallar que hacer.

Luego de que se le pasó el susto, le limpió la sangre de la cabeza al herido y aplicó unos lienzos de agua fría que lo hicieron volver en sí. Cuando se paró, a ella lo cautivó por lo arrogante, ella lo cautivó por lo bella y lo delicada. Luego que el militar tomó unos sorbos de agua fresca, Beatriz abrió la puerta del zaguán y le pidió que abandonara la casa de inmediato. Fernando le suplicó que le permitiera pasar esa noche allí para salvar su vida, la monja se asustó y le negó el refugio. El francés ante la alternativa de la vida y la muerte, cerró la puerta con brusquedad y sacando un espadín que no pudo utilizar en el encuentro fatal, se lo puso en el pecho diciéndole: si haces escándalo ¡te mato! La monja prefirió callar y esperar el resultado de las cosas. Después de un buen rato de silencio entre los dos, él le platico todo y le imploró su ayuda; le entregó un buen puño de monedas de oro, que indudablemente contribuyeron al convencimiento de la monja.

Por fin, Fernando se quedó escondido en casa de Beatriz. Ella lo curó y lo atendió con esmero. Los dos eran jóvenes, más o menos de la misma edad, bien parecidos. Se enamoraron profundamente uno del otro y sintiendo Beatriz que había encontrado a el hombre de su vida, se le entregó en cuerpo y alma. Los dos vivieron momentos de excelsa felicidad, de esos que son escasos en el vivir de los seres humanos pero que cuando se presentan deben vivirse con plenitud.

Las cosas cambiaron, Napoleón III ordenó el retiro de las fuerzas francesas del suelo mexicano; sin saberlo Fernando, el ejército francés abandonó la ciudad de Durango y se aprestaba el ejército liberal a la ocupación de la plaza. Al conocer esto el militar del relato, intuyó que sus días estaban contados, advirtió que no podía estar oculto toda la vida; tarde o temprano seria descubierto y terminaría en el paredón. Era urgente salir de Durango, tenía que dejar a Beatriz; se revistió de valor y dio a conocer la decisión a su amada. Beatriz se resistió en principio, el la convenció ofreciéndole volver pronto, tan pronto como las cosas cambiaran.

Ya no había franceses en la ciudad de Durango; solo Fernando porque estaba escondido. La monja le consiguió un caballo ensillado, le prestó bastimento y una noche del mes de noviembre de 1866, el oficial francés salió sigilosamente de la ciudad. Beatriz lo encaminó hasta la salida donde terminaba el barrio de Analco, camino al puerto de Mazatlán. La despedida fue dolorosa como son todas las despedidas de dos seres que se quieren. Las lágrimas de la pareja humedecieron aquella noche de noviembre; se apretaron fuertemente en un abrazo desesperado, se dieron un beso prolongado. Ella se quitó una medalla de oro que llevaba colgada en su pecho y colgándosela a él le dijo: “Para que te cuide”. Fernando montó en su corcel y se perdió en la lejanía y el silencio de la noche.

La noche estaba estrellada como son las noches durangueñas en esa época del año; hacía frió, el ambiente olía a pasto frío, había silencio, en la lejanía se escuchaba el canto de los gallos y las campanas de la catedral sonaban a las tres de la mañana. Beatriz levantó los ojos al cielo, oró en silencio y con voz casi apagada decía: “tiene que volver señor, tú me lo vas a traer”; mientras que con paso lento atravesando las calles de Analco y tierra blanca se dirigía a su casa.

Por otra parte, Fernando no conocía el camino que lo podría conducir al puerto de Mazatlán, para unirse con sus compañeros y después, ya con otro carácter volvería a buscar a Beatriz. Los conocimientos que tenía del estado de Durango y sus comunicaciones eran mínimos, solamente los que sus superiores le habían transmitido con motivo de operaciones de la guerra. Cuando se alejó de su amada y se sintió solo ante aquel esplendido panorama nocturno, contemplo las estrellas y lloró a torrentes. Se sintió el hombre más desgraciado de la tierra: sin patria, sin familia, sin dinero, sin conocimiento del terreno, sin compañeros y con el tremendo estigma de llevar el uniforme de un ejército invasor que se batía en retirada.

Sintió que su vida estaba contada en horas y se arrepintió terriblemente de no haberse quedado con Beatriz a vivir en un encierro sin límites. Hasta ese momento se puso a considerar los riegos que consideraba aquel viaje, que comparados con los riesgos que le traía vivir al lado de su amada, optó por su regreso. Miró el horizonte y el crepúsculo rosado del amanecer anunciaba el advenimiento de un nuevo día. La fuerza del amor había triunfado, pensó en el gozo que le iba a dar ver a Beatriz esa misma mañana.

Así torció la rienda a su caballo para emprender el camino de regreso. En el preciso momento que la avanzada de una guerrilla juarista que tenía su cuartel en la vieja hacienda de Tapias, muy cerca de la capital de la entidad le marcaba “el quien vive”. Fernando al conocer de los rigores de la guerra y sabedor de la política del presidente Juárez, ni siquiera pensó su decisión. Le prendió las espuelas al caballo, le dio un cuartazo con energía y salió disparado como un rayo por donde había venido. No avanzó mucho, una descarga de fusilería rompió el silencio de aquella madrugada y el cuerpo de Fernando rodó sin vida por el suelo. El caballo se fue con todo y silla; uno de los guerrilleros lo alcanzó y en su veloz carrera con su reata de lazar le echo un cuello, enredó la cabeza de la silla y lo detuvo, trayéndolo ante el jefe de la guerrilla.

Después de revisarlo todo y registrar los bolsillos del muerto, tratando de encontrar algún mensaje secreto, no encontraron identificación alguna; en un morral de cuero solo había un guaje con agua, unas gordas que en su interior contenían frijoles molidos enchilados, un poco de pinole y unos panecillos de harina de trigo, estaban envueltos en una servilleta bordada con hilaza de colores adornada con un deshilado y unas puntas de tejido a mano. Aquel soldado no traía nada de importancia, ni siquiera fusil, solo colgaba en su pecho una medalla de oro con la imagen de la Purísima concepción y un nombre grabado por el dorso que decía: Beatriz.

Atravesaron el cuerpo de aquel hombre sobre la silla del caballo en que venía montado y se lo llevaron estirando hasta la hacienda. Extendieron al difunto sobre el piso del portal de la casa grande donde vivía don Antonio, el jefe de la guerrilla. El sol salía en las colinas de enfrente, un viento helado soplaba del norte; la noticia de la muerte se extendió como reguero de pólvora, la casa se llenó de mirones; una vieja observadora dijo después de examinarlo: “miren y tenía barba partida, era muy joven”. Otra agregó: “era muy alto”. Allí permaneció el cadáver tirado, no le pusieron velas y nadie lo lloraba. A la altura del medio día, se le dió cristiana sepultura. Al cementerio lo llevaron atravesado en su caballo y al sepelio solamente asistieron dos personas soldados de la guerrilla; uno llevaba un talacho y una pala sobre el hombro. El otro cabresteaba el caballo que servía de ataúd y de carroza fúnebre. Al llegar al panteón cavaron una fosa y allí arrojaron el cadáver de Fernando como fardo. Así terminaba el amor de Beatriz, el hombre de su sueño y de su vida que la había hecho tan feliz un corto tiempo.

Beatriz no supo nada de esto, tal vez si lo sabe se muere de angustia o se clava un puñal en el corazón. Ella vivía porque era de Fernando y se conservaba para él; consideraba que el regreso de su amado era cuestión de días, o cuando mucho de meses. En su casa, volvió a la vida de soledad y rutina; ir a misa en la mañana, al rosario en la tarde y bordar y tejer para confeccionar los paños sagrados de la iglesia. No dormía, gran parte de la noche se la pasaba en vela, orando de rodillas ante el retrato antropomorfo del trazador de destinos humanos.

En el convento había aprendido que la fe debe de ser siempre constante, que hay que sufrir para merecer, y que un milagro no se realiza nada más porque se pide; para que se haga hay que atravesar la barrera del infinito y llegar a Dios, lográndolo solamente cuando se habla con el corazón. Por todo esto, ella esperaba el milagro a largo plazo y aun así, hacia lo imposible por merecerlo. Siempre tenía de día y de noche una lámpara de aceite encendida a la imagen de su devoción.

La castigaba el saber que ya era madre, que en su vientre latía una vida, producto de su amor con Fernando; que la hipoteca de la casa, que había hecho cuando tuvo que enterrar a su padre estaba por vencerse y no tenía dinero; que si abrían de nuevo el convento no podría regresar; y qué diría el señor cura si se daba cuenta de su pecado; que dónde iba a vivir si le quitaban la casa, que si nacía su hijo sin padre, a él y a ella la sociedad de la religión los iba a condenar; que si Fernando no venía ella se moría de pena. Esas y muchas otras reflexiones hacía Beatriz, todos los días y todas las noches. Al fin, el desgaste de energía por el llanto y la preocupación eran más grandes que el insomnio y terminaba por dormirse. Las campanadas de misa de las cinco la despertaban, se santiguaba y empezaba a pensar en Fernando y en su situación para concluir con la espera de un milagro, que era lo único que la podía salvar.

Así pasó un mes y así pasaron tres meses sin tener noticias de su amado. Le confortaba la idea de que él no le escribía porque estaba próximo su regreso; el milagro estaba por realizarse de un momento a otro, en una noche de luna llegaría el oficial francés por el occidente. Tanto era su fe en la idea del regreso de Fernando que se convirtió en obsesión y todos los días de plenilunio, cuando Beatriz iba al rosario de la tarde, se escondía tras un confesionario de la catedral, para luego que cerraran la puerta, puidera subir por la escalera del caracol al campanario, porque lo alto de la torre le permitía dominar mayor distancia y visibilidad en el horizonte, para observar la inmensidad hacia el occidente por donde tenía que aparecer su amado. Todos los días, todas las tardes y todas las noches, Beatriz trepaba a lo alto de la torre izquierda de la catedral, a hurgar en el horizonte esperando el retorno de Fernando. Por fin, cuando el niño de Beatriz estaba por nacer, una mañana del mes de abril, a las primeras luces del alba, cuando el sacristán del templo abría la puerta mayor de la iglesia, vió tirado sobre el atrio enlozado de la catedral, el cuerpo de una mujer que con los brazos abiertos sobre el suelo, yacía muerta, estampada en el piso, al desplomarse de lo alto de la torre de donde contemplaba el horizonte.

Nunca se supo si fué suicidio por la desesperación y el desengaño porque el milagro no se realizaba, ya sea porque la plegaria de aquella noche de noviembre se perdió en el infinito del cielo estrellado y no llegó a su destino, o porque los ruegos y las oraciones de todos los días no fueron escuchados en represalia porque la monja rompió el voto de castidad. No se supo tampoco si fue un accidente producto del agotamiento y el desvelo el que ocasionó el desplome. La realidad es que Beatriz murió por la caída de más de treinta metros de altura, cuando a su hijo le faltaban unos días para nacer.

Desde entonces, todas las noches de plenilunio, se ve la silueta de una monja vestida de blanco en el campanario de la torre izquierda de la catedral de Durango, de rodillas contemplando el occidente implorando por el retorno de su amado.

Libro: Salem’s Lot (Edición Ilustrada)



Ben Mears, escritor de éxito, creció en la pequeña ciudad de Jerusalem's Lot, en Maine, que había abandonado hacía años. Ahora, después de la muerte de su mujer, ha decidido volver con la intención de escribir un libro sobre Marsten House, la mansión abandonada que le había producido tantas pesadillas de niño. Durante los años treinta Marsten House fue la residencia de un gángster que se suicidó en ella. Después de su muerte se descubrió que había asesinado a varios niños. Para su sorpresa, Ben descubre que alguien había comprado la casa: dos hombres de negocios, Straker y Barlow. Nadie había visto nunca al primero. La llegada de Ben coincide con la desaparición de un niño… y luego de otro. Además, la ciudad entera está cambiando: se está convirtiendo en una ciudad de fantasmas, o en algo mucho peor: de seres que solo salen de noche. Ben y dos amigos suyos se ven obligados a emprender una lucha a muerte contra las espeluznantes fuerzas del mal… En 1975 Stephen King publicó su segunda novela, Salem's Lot. Más de treinta años después aquí está la versión completa de dicha novela, que incorpora cincuenta páginas que habían sido eliminadas. El libro incluye además una nueva introducción escrita por el autor, dos relatos inéditos sobre los personajes y una serie de fotografías que reflejan perfectamente el ambiente, opresivo y subyugante, de la obra. Hoy en día, Salem's Lot se considera una de las obras más significativas de su autor y su energía diabólica sigue estremeciendo a los lectores.
http://uii.io/Salems

Libro: It (eso)



¿Quién o qué mutila y mata a los niños de un pequeño pueblo norteamericano? ¿Por qué llega cíclicamente el horror a Derry en forma de un payaso siniestro que va sembrando la destrucción a su paso? Esto es lo que se proponen averiguar los protagonistas de esta novela. Tras veintisiete años de tranquilidad y lejanía una antigua promesa infantil les hace volver al lugar en el que vivieron su infancia y juventud como una terrible pesadilla. Regresan a Derry para enfrentarse con su pasado y enterrar definitivamente la amenaza que los amargó durante su niñez. Saben que pueden morir, pero son conscientes de que no conocerán la paz hasta que aquella cosa sea destruida para siempre. It es una de las novelas más ambiciosas de Stephen King, donde ha logrado perfeccionar de un modo muy personal las claves del género de terror.

http://uii.io/It

Libro: El Monje



Ambrosio es un monje al que todo el mundo en Madrid venera. El se siente muy a gusto con un compañero llamado Rosario, pero éste tiene un secreto que, una vez confiese, hará que la vida de Ambrosio tome un giro de 180º. Y no sin razón, porque a partir de ese momento Ambrosio conocerá aquello que su vida dedicada a la religión no le permitió conocer: el gozo sexual y la brujería. Paralelamente el joven conde Raimundo le cuenta a su amigo Lorenzo de Medina que es el enamorado de su hermana, Inés de Medina, entregada a la religión para convertirse en monja. Al mismo tiempo la joven Antonia, de belleza sin igual, es la mujer que adoran dos hombres, uno que no tiene derecho por el oficio que profesa, y Lorenzo de Medina. Todas estas historias principales (y otras secundarias pero no menos importantes y alucinantes) confluyen en una en la que los protagonistas se relacionan íntimamente. Vivirán aventuras, sacrificios, tormentos, experiencias paranormales y conocerán la gran mentira de la religión más rígida.

http://uii.io/ElMonje

Libro: La Llamada de Cthulhu




Comienza con la explicación de la muerte de un prominente profesor de la Universidad de Miskatonic y un estudio de sus documentos. Estos incluyen un informe sobre un ataque en un culto satánico. Una investigación sobre los cultistas saca a la luz pistas sobre la horrorosa criatura que veneran, Cthulhu. Este ser, que supuestamente llegó con sus seguidores extraterrestres desde las estrellas millones de años antes de la aparición del Hombre, ahora descansa en un sueño profundo en su ciudad hundida R’lyeh.

http://uii.io/LaLlamada

Libro: Hades Nebula




Tras sobrevivir a la devastadora pandemia que ha asolado el mundo y con la esperanza de ahondar en el misterio del Necrosum, el pequeño grupo de supervivientes de Carranque llega finalmente a la Alhambra de Granada, donde el aparato militar ha instalado uno de los últimos bastiones de resistencia de la Humanidad. Sin embargo, una vez allí descubrirán que las cosas no son cómo les habían prometido y los protagonistas deberán afrontar una realidad aún peor que todo lo que habían conocido hasta entonces. El autor se sirve de los muertos vivientes para describir situaciones de extrema dureza y dramatismo, explorando la complejidad del ser humano cuando se encuentra cara a cara con el terror en un mundo manifiestamente hostil, y lanzando al lector, en definitiva, a una montaña rusa de sensaciones que desemboca en la conclusión final.